viernes, 1 de agosto de 2014

Anochece


El sol se va. Acaba un cíclo más, como todos los días. El pasado pasado está y el futuro está por ver. Amanecerá, sin duda, como todos los días. Sin embargo, nadie sabe como. El futuro puede ser soleado, nublado, lluvioso...
Los buenos momentos pasados en el recuerdo quedan, los malos, por suerte, también. Sin embargo somos nosotros mismos junto con la vida y su forma de llevarnos hasta acantilados emocionales los que escriben nuestra historia. Día a día, con cada nuevo amanecer. Nunca podremos saber como proseguirá esa historia. El final: siempre el mismo. Nacemos para morir. Eso es inevitable. La forma de afrontar la vida es la que hace que vivir merezca la pena.
Lo que importa duele y lo que duele importa. Hasta que deja de doler y deja de importar. A veces para bien. A veces para mal.
Oh maldito sol. ¿A caso no puedes asegurar un futuro mínimo? ¿A caso no puedes demostrar un mínimo de compasión por el mundo al que iluminas?
Tú estás acostumbrado. Todos los días, desde lo alto, ves a la gente en su máximo esplendor y en su más oscuro infierno. Los contrastes emocionales son parte de tu día a día. Problemas demasiado mundanos como para preocuparte lo más mínimo.
Sin embargo, aquí, donde nos iluminas, esos problemas duelen. Duelen y no dejan de doler. El temor a no hacer lo correcto, el temor de dañar a las personas que amas. El temor de no recuperar los días de gloria, de felicidad, de paz interior.
Eres cruel. Todo lo inmortal es cruel.
Sin embargo no os envidio. Nunca podréis sentir dolor pero tampoco sentiréis ese calor interno. Ese vuelco al corazón, esa inexplicable felicidad producida por el mirador de sus ojos. Esa mirada que tiempo atrás te atrapó y de la que nunca has conseguido escapar. Esa sensación de bienestar entre sus brazos, acariciando sus cabellos y con su olor en tus fosas nasales.
No lo podéis sentir y no sabéis lo que os perdéis.
Seguramente yo tampoco lo sepa. Seguramente yo tampoco sepa hasta que punto estoy atrapado. Solo se que si quiere marchar, con lágrimas empañándome la vista la dejaré partir. Dejando un vacío en mi. Haciendo que el sol no vuelva a salir para mi. Sin embargo, si eso hará que en el otro hemisferio del mundo la luz brille siempre, habrá merecido la pena.
No me gusta la oscuridad. No me gusta percibir que la luz se va. Quiero vivir eternamente con la luz bañando mi piel. Quiero que vuelva a ser de día y este interminable crepúsculo pase.
Que pase el crepúsculo, que pase la noche pero por favor. Que amanezca ya.
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JG

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