lunes, 30 de septiembre de 2013



Hoy nada más traigo que lo que te puedo contar. 
La vida es amarga, es dulce, es salada y ácida pero hay cosas que están por encima de disgustos o de ilusiones.
La vida, he aprendido a comprender, no es una recta que sigue hacia delante sin cesar. Está llena de giros inesperados y resulta irónico como lo negro puede volverse blanco en cuestión de horas, minutos, segundos... 
Nunca había comprendido mejor la famosa frase 'Que bien se está cuando se está bien'. Y tampoco había comprendido cómo puede influir de forma tan positiva la gente de tu al rededor. Y tú, en especial. Mi primer pensamiento matutino y mi última sonrisa nocturna. Una sonrisa por ti. Por tu forma de ser, y por mi. Que aunque haya madurado gracias a ti, he comprendido que la ilusión nunca hay que perderla, y no hay que tirar la toalla porque se pierde más abandonando que intentándolo y no consiguiéndolo.
Por ello tengo que darte las gracias. Gracias por aclararme las ideas, por darme una de las etapas más felices de mi vida y gracias por demostrarme tu cara más sincera, la que más me gusta. La 'tú' más auténtica.

Dejémoslo así, por favor. 

Que así está muy bien. 


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